sábado, 21 de diciembre de 2013

El "despertar" de Bill Mantlo





La prometedora carrera del guionista de comics Bill Mantlo se truncó bruscamente cuando fue atropellado por un automóvil que le dejó en coma en 1992. Veinte años después Mantlo recobro milagrosamente la consciencia y hoy continúa luchando por recuperación ayudado por su hermano
Héroes representativos de minorías étnicas y sectores marginales de la sociedad, juguetes adaptados al cómic, formatos experimentales, y por supuesto los héroes de toda la vida, como Spiderman o Hulk. Para la Marvel Comics de los años 80 no había proyecto o iniciativa editorial que no tuviera como guionista a Bill Mantlo. Sus historias eran tan buenas, tan originales en su planteamiento, siempre impregnado de realismo, que la crítica no ha dudado en equipararle con autores de la talla de Christ Claremont, Frank Miller o Alan Moore. Tenía por delante un futuro prometedor y ya pensaba en escribir guiones para la gran pantalla, pero todas sus expectativas se vieron truncadas e 17 de julio de 1992, cuando resultó brutalmente atropellado por un coche que se dio a la fuga. A raíz del accidente contrajo un traumatismo craneal que le dejó en coma. El tiempo transcurría y no daba señales de recuperación, por lo que llegó a pensarse que su estado era ya irreversible.

Veinte años después, una mañana de 2011 Mantlo recobraba milagrosamente la conciencia en su cama de hospital para, a continuación, quedar dormido de nuevo. Desde entonces sus despertares se harían cada vez más constantes y prolongados, hasta que Mantlo fue saliendo gradualmente de su letargo. Hace algunos meses incluso se hablaba de su regreso al trabajo como guionista de comics, pero las secuelas neurológicas fueron graves y a día de hoy Mantlo no se encuentra lo suficientemente restablecido como para retomar su actividad.


UN COSTOSO TRATAMIENTO
El mayor problema para sus familiares reside ahora en el enorme gasto económico que ha supuesto la asistencia de Mantlo en un país donde la Sanidad Pública prácticamente no existe y los seguros sanitarios reclaman sumas astronómicas por tratamientos tan prolongados. “La cobertura de su seguro se esfumó en 1995 tras haber invertido 2 millones de dólares en tratamiento médico de emergencia y, posteriormente, en terapias de rehabilitación en cuatro hospitales diferentes”, explica su hermano Michael Mantlo. El y su esposa Liz son quienes asumieron el cuidado y la tutela de Bill tras el accidente, y han permanecido siempre a su lado, apoyándole en todas sus necesidades. Al acabarse el dinero hubo interumpir su estancia hospitalaria y Bill fue ingresado en un Asilo de Ancianos, pero el escritor necesitaba continuar su caro tratamiento y allí sólo podían proporcionarle alimentación y cuidados básicos. La Marvel Comics, para la que Bill había trabajado tantos años, se limitaba a pagar los cada vez más exiguos beneficios que generaban las ventas de sus obras, que eran limitados proporcionalmente, ya que los derechos de los personajes son propiedad de la editorial.

Ante esta situación David Yukovich, amigo personal de Mantlo, contactó con su hermano Michael para poner en marcha una iniciativa de ayuda al escritor. Se trataba de un libro en el que se recogería toda su trayectoria como guionista. Así nació Mantlo. Una vida en cómics, una obra virtual ya que esaba fuera de impresión, pero disponible para su descarga en wowio.com. Los fans de Mantlo respondieron con entusiasmo y la iniciativa fue un éxito. Más tarde se pondría en marcha Bill Mantlo Support Funt, a través de la que se recaudan donaciones para el tratamiento del escritor. De esa manera se pudieron recaudar los fondos suficientes para que Bill tuviera esa atención extra que necesitaba, más allá de la que proporcionaba el programa Medicaid, patrocinado por el estado.


AMOR POR EL CÓMIC
Nacido en Brooklin, New York, en 1951, la afición de Bill Mantlo por los cómics de superhéroes le venía de la infancia. Su primer héroe favorito fue Flash, el velocista del Universo DC. Más tarde descubrió a los héroes de Marvel, desarrollando una verdadera pasión por Fantastic Four y Spiderman, a los que les seguirían muchos más. “La vida de Bill eran los comics y todas las historias maravillosas que ocurrían en ellos”, afirma su hermano.

Durante sus primeros años en Marvel Mantlo se ocupó de personajes más propios de los pulp o del cine de serie B, que del género superheroico, tales como Tigre Blanco, primer superhéroe portoriqueño, o Sang Chi, el hijo de de Fu-Manchú, re, series en las que ya empezaba a mostrar un cierto interés por los problemas sociales de su tiempo. Vendrían después las adaptaciones al cómic de los juguetes propiedad de Mego Corporation, en dos series que con el tiempo se han convertido en piezas de coleccionista: Rom, el caballero del espacio, y The Micronauts, los héroes más minúsculos nunca conocidos, pues sus aventuras discurrían un universo insertado en una molécula. Con esta serie ganó el prestigioso premio Award, lo que acrecentó su popularidad.

HISTORIAS CONTROVERTIDAS
El reconocimiento por su buen hacer en estas series pronto le valdría hacerse con los guiones de dos de los personajes más punteros de la Marvel de los 80, Spiderman, y Hulk, dando lugar a algunas de las etapas más recordadas en ambas series. En esta época proliferan los temas controvertidos en los comics de Mantlo. En una historia de Spiderman se narraban una serie de muertes accidentales producidas por armas de fuego, lo que fue interpretado como una denuncia indirecta de su legalización. En Hulk relacionaba la existencia del alter ego violento y verde de Bruce Banner con los malos tratos y los abusos sufridos por este durante la infancia. En la serie de mutantes canadienses Alpha Fligh el superhéroe Estrellla del Norte confesaba su homosexualidad, rompiendo todos los moldes de corrección inherentes al comic book.


CLOAK AND DAGER
Pero sin duda la obra en la que el tono de realismo social alcanza su cénit es en Cloak and Dager, la serie de la que se siente más orgulloso y la más valorada por la crítica. Sus protagonistas eran dos adolescentes que se habían fugado de sus hogares para empezar una nueva vida en Nueva York. Pero al llegar a la gran manzana fueron secuestrados por una mafia de narcotraficantes, que durante meses experimentaron con ellos nuevas drogas en la isla de Ellis. Eran mutantes y estas drogas los convirtieron en monstruos víctimas de sus poderes. Cloak tenía un hambre insaciable de oscuridad. Su compañera Puñal no dejaba de emanar luz. Ambos se complementaban y se necesitaban el uno al otro para sobrevivir, aunque su convivencia no siempre era deseada ni fácil.

Más allá de las connotaciones éticas en torno a la luz y la oscuridad, estos héroes constituían una metáfora de la adicción a las drogas, una realidad especialmente patente en aquellos años que el siniestro Cloak definía con estas palabras referidas a sí mismo: “No soy un hombre. Soy un ser que se limita a existir, luchando entre el hambre y la necesidad de calmarlo.

ABOGADO EN EL BRONX
Y es que Mantlo tenía un conocimiento muy directo de ese mundo por ejercer como abogado público de oficio para la Legal Aid Society, en el entonces marginal Bronx de Nueva York. De allí regresaba el día del accidente, pensando seguramente en las “minivacaciones” que proyectaba tomarse con su hija y el prometido de esta. El accidente ocurrió a tan sólo unos metros de su hogar, en la esquina de la calle 114 y Morningside Drive. El conductor se dio a la fuga y nunca se dio con él, un tipo de casos muy habitual en Estados Unidos que la Policía clasifica com “Run- Hit”.

Ha habido teorías conspirativas sobre lo ocurrido pues como abogado comprometido con temas sociales, Bill había puesto nerviosas a algunas personas influyentes. “Nunca he descartado esa posibilidad. Sin duda Bill levantó mucho revuelo en el ámbito legal y el Departamento de Policía de Nueva York hizo un esfuerzo mínimo para dar con el culplable”, señala Michael.

VIDAS TRUNCADAS
Una tragedia de tales dimensiones trastoca la vida y los sueños de todos. Cuenta Michael que antes del accidente él proyectaba trasladarse al suroeste de los EE.UU. al cumplir los 55, para disfrutar de una merecida jubilación con su esposa. Por su parte, Bill tenía grandes planes para el futuro. Su intención era entrar en la industria del cine, para la que estaba escribiendo guiones al tiempo ejercía como abogado.

Fueron sueños que tuvieron que aparcarse y vidas que experimentaron un giro dramático. Ahora, tras muchos años de dificultades y sufrimientos, la milagrosa recuperación del escritor ha traído un soplo de aire fresco. Por supuesto las cosas ya nunca serán como antes. Todos quieren que vuelva el viejo Bill, aquel que se destacaba por su gran inteligencia y sentido del humor. Pero lo logre o no su heroísmo y sus ganas de luchar se han ganado la admiración de todos los que le conocen, y muy especialmente de su hermano: “Para mí, siempre ha sido, y sigue siendo, una de las personas más increíbles que he conocido”.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El niño que emigró a Buenos Aires con un revolver



Jesús J. Blanco / Santiago

Vigo, 1912. Un niño de tierna edad entra en una armería próxima al puerto. Se dirige al mostrador y le pide al dependiente un revolver que acaba de ver expuesto en el escaparate y cinco balas de repuesto. Atónito, la primera reacción de este es negarse, pero el pequeño es perserverante. Hay algo en su mirada. Fuego en los ojos, una determinación, un destino. “La compré con toda la seriedad de mis pantalones cortos”, declararía muchos años después un Javier Vázquez Iglesias ya adulto. Pero retrocedamos.
 

En aquel entonces iba a emprender un largo viaje y no estaba dispuesto a hacerlo indefenso. Había nacido en Taboada (Lugo) en 1899, donde transcurrió su infancia hasta la edad de 13 años. Viéndole sus padres inteligente y resuelto, y ante la situación de precariedad por la que atravesaba la familia, decidieron que la mejor salida para el pequeño Javier era la emigración. La idea de “hacer la América”, popularizada por las compañías navieras, gozaba de una gran aceptación en la Galicia rural de principios del siglo XX. Los habitantes de las “vilas” y aldeas presenciaban con admiración y cierta envidia como algunos de sus vecinos retornaban de “alén mar” convertidos en indianos ricos, levantaban ante sus narices ostentosas mansiones y realizaban numerosas obras sociales con las que afianzaban su imagen y popularidad. Siguiendo uno de los itinerarios habituales Vázquez Iglesias se embarcó en el puerto de Vigo, en un mercante con destino a Buenos Aires.. Al ver como su barco, de nombre Anglo, se adentraba en el mar, cuenta que le vino a la mente la imagen de su madre: “Su sombra tutelaba mis pasos. Su saudade fue el timón para mis esfuerzos”.

LA DURA TRAVESÍA
El largo viaje por mar y sus muchas incomodidades se veían agravados por la falta de alicientes para quien tenía pocos recursos. “Fueron treinta y tres días con muchos sueños y pocas pesetas el bolsillo”, recordaba el empresario. Antes de llegar a Río de Janeiro sufrieron un accidente de navegación que motivó una llamada de auxilio, pero ni estas ni otras dificultades pudieron enturbiar sus esperanzas, ilusionado con las oportunidades que le ofrecería el nuevo continente.

Una vez en Buenos Aires consiguió su primer trabajo en un negocio situado en la calle Juncal y Salguero, en el que le pagaron su primer sueldo, de 15 pesos mensuales: “los que más me costaron ganar y los que recibí con más alegría”. A esta actividad le siguieron múltiples ocupaciones en las que el joven emigrante progresaba rápidamente. A los 18 años era ya gerente de una sucursal dedicada a la Vendimia, tal vez, según sus palabras “el gerente más joven de aquella época”. Estas experiencias fueron puliendo a Vázquez Iglesias, otorgándole capacidad de observación, seguridad en la toma de decisiones y confianza en sí mismo, cualidades que le llevarían a convertirse en propietario de una importante empresa metalúrgica especializada en la fabricación de materiales para automóviles.
 

JVI S.A
En efecto, en 1928 fundó la compañía Javier Vázquez Iglesias S.A., que en sus inicios se dedicaba a la venta de naftas, lubricantes y al servicio y mantenimiento de autobuses. En 1933 la empresa obtuvo su primera licencia en el país para la importación de camiones. Desde entonces, continuaría inmersa en la comercialización de automóviles, camiones, ómnibus y vehículos adaptados, tanto nacionales como de importación. Pero mantener el liderazgo no resultó fácil para una actividad que dependía en gran medida de las relaciones internacionales, al tener que afrontar primero las dificultades derivadas de la Segunda Guerra Mundial y, al finalizar esta, las trabas derivadas de la alternancia de sistemas económicos proteccionistas y de libre mercado en su propio país.
Pero siguió creciendo. A principios de los años 50 las diversas plantas de su empresa ocupaban 80.000 metros cuadrados. En estas instalaciones se fabricaban ruedas y “lamialpinas” para todo tipo de vehículos, materiales de fricción, cintas de frenado, bloques, forros de embrague y juegos para usos industriales, además semiremolques y ruedas para el ferrocarril. Todo funcionaba gracias a la acción coordinada de 230 obreros y un equipo de 50 administrativos que controlaban todos los engranajes burocráticos. Lejos de limitar su actividad a este sector, Vázquez Iglesias también dirigía la Compañía de Seguros S.U.R, proyectaba la creación de una fábrica de bujías y tenía planes para extender sus negocios a Estados Unidos.
 

LÍDER DE LA COLECTIVIDAD
Con el fin de afianzar su capacidad de liderazgo, pero también imbuido del amor por Galicia que siempre le caracterizó, el siguiente paso de Vázquez Iglesias fue tomar parte en el principal órgano político de la emigración. Con determinación que le caracterizaba se presentó a las elecciones del Centro Gallego en 1950 y, por supuesto, ganó.

El galeguista Bieito Cupeiro calificaría su mandato como “uno de los más fructíferos de la entidad”. Entre sus principales logros destacaba la afiliación de más de 100.000 nuevos miembros, la integración de las diferentes agrupaciones mediante una política que favorecía los pactos y alianzas, y las mejoras introducidas en la gestión, al incorporar profesionales competentes en todos los departamentos. “Se supo rodear de los hombres de mayor valía con los que podía contar, sin reparar a qué facción estaban adheridos, con tal de que fuesen de bandera democrática”, afirmaría el periodista argentino Víctor Luís Molinari. Su legislatura supuso además una potenciación de las actividades culturales, que hasta entonces sólo destinaba a ellas el 2% de su capital social. En el plano ideológico trató de situar este organismo en la línea de los sectores más progresistas de la colectividad, rompiendo así con la ambigüedad que había caracterizado su funcionamiento anterior.

Fue también en su etapa en el Centro Gallego cuando trabó una estrecha amistad con el artista e intelectual exiliado Luís Seoane, a quien puso al frente del departamento de Cultura y de la revisa Galicia, el boletín oficial de la entidad. Seoane dotó de nueva vida a la publicación, que viviría una de sus etapas más prósperas y creativas. También apoyó a Seoane en iniciativas particulares como la puesta en marcha la revista y la audición Galicia Emigrante en los años 50, convirtiéndose en el principal anunciante de ambos medios, un gesto que le haría ganar el apoyo incondicional de su amigo.


RECONOCIMIENTO

En 1955 fue relevado de su cargo en el Centro Gallego, pero su memoria había dejado huella. Al año siguiente la colectividad organizó una cena en su honor en el salón Les Ambassadeurs a la que asistieron más de 1.200 comensales. El evento, con gran difusión periodística, contó con la asistencia de muchas figuras notables de la vida institucional gallega. Entre ellos estaba Eduardo Blanco Amor quien destacó la revitalización cultural de la entidad durante el mandato del empresario y los esfuerzos realizados en pro de la unidad de los gallegos. El homenaje marcaba el final de la etapa de Vázquez Iglesias en el Centro Gallego pero no de su actividad en las instituciones societarias, pues no tardaría en hacerse con la presidencia del Centro Lucense, entidad de la que había sido miembro fundador. También mantuvo sus actividades empresariales durante la década siguiente con ese mismo nivel de impulso emprendedor.

El dinamismo que le caracterizaba hizo que su repentino fallecimiento a la edad de 70 años sorprendiera a quienes le conocían. El 19 de octubre de 1969, desde la audición que tanto le debía a su generosidad, se pronunciaban estas palabras en su memoria, que bien podrían considerarse un epitafio: “Javier Vázquez Iglesias probó con sus actos ser un verdadero demócrata, un hombre de ideas liberales, que no renegaba de su origen y a quien placía nuestra lucha por el reconocimiento de las diferencias de Galicia”.